lunes, 19 de diciembre de 2011

La formación del Oviedo capitalista y la pérdida de su casco histórico

La historia de Oviedo, capital de Asturias y situada en el centro de esta región, esta engrosada por doce siglos que le han ido transformando. Pero es durante la formación de capitalismo cuando se producen los mayores cambios sociales y espaciales, que han puesto en marcha varios procesos de transformación que aún hoy siguen repitiéndose en cada nueva operación o plan urbanístico.

Un nuevo orden económico requiere un nuevo orden espacial que, bajo pretextos como la higiene y salubridad, se consigue demoliendo caserío existente y por tanto sustituyendo no solo a edificios, sino también a la población, produciéndose un nuevo orden social.

En Oviedo, por ser una ciudad capitalista, el uso del suelo ha estado y esta determinado por las oportunidades de rentabilizarlo y obtener un mayor beneficio, así se han producido numerosos cambios en barrios según se hayan convertido o no en rentables y se ha añadido a lo largo de todos estos años nuevo suelo urbano, con un crecimiento en extensión que no sigue una lógica de “necesidad”, sino de beneficios.
Pero además se han dado una serie de particularidades que la diferencian del resto de ciudades asturianas:
  • Pretensión de señorialidad
  • Rechazo a la industria
  • Marcada segregación espacial
  • Demoliciones constantes en pos de la uniformidad estética y social.

Las primeras vías de tren, que cruzaban la ciudad, han sido el primer eje que delimitó el lugar en el que se asentaría por un lado la clase más pobre, la proletaria, y por otro, las clases altas.
Al lado sur de las vías, se estableció la burguesía a finales del siglo XIX, comenzando en el ensanche de Uria que unía el centro histórico con la estación de tren. Las clases bajas, por el contrario, no tuvieron otra opción que situarse al lado Norte, donde existían numerosas lagunas. Manteniendo siempre ese eje y segregación, el caserío fue extendiéndose, hasta que entre los años 1991-1994 se comenzó la operación “cinturón verde”, que cambió el trazado de las vías, situándolas fuera del entramado urbano. La excusa era el aprovechamiento de los terrenos liberados mediante avenidas publicas y espacios verdes, utopía que se convirtió en nuevas viviendas para clases altas y vías para el automóvil privado, utilizándose los espacios que ocupaba el medio de transporte colectivo lucrativamente.
Una vez eliminadas las barreras ferroviarias, fueron las políticas urbanas las que siguieron manteniendo la segregación social, promoviendo el crecimiento de viviendas de rentas altas en el suroeste de la ciudad (Buenavista, Argañosa, La Florida) y las más bajas, con peores condiciones, en el noreste (Tenderina, Pumarín, Ventanielles)

En estos últimos años se han creado o han crecido, los barrios como Colloto, La Corredoria y La Carisa (bloques de vivienda social); Las Campas y La Manjoya (recientemente con viviendas unifamiliares).
Se tratan en cualquier caso, de barrios extremos, de nueva planta que crecen a un ritmo descontrolado y sin equipamientos, siendo obligados a desplazarse al centro para satisfacer cualquier necesidad.

Por otro lado, tras la estación de tren del Norte (que no cambió su ubicación), se encuentran grandes almacenes y solares que quedaron vacíos cuando los talleres de Feve se llevaron fuera de la ciudad (en la operación “Cinturón verde”) y a su alrededor urbanizaciones nuevas y , especialmente, viviendas unifamiliares que van colonizando la falda del Naranco, atacando tanto al medio ambiente como al centro de la ciudad, ya que congestionan sus principales accesos con el automóvil privado, siendo muy deficiente su conexión mediante medios de transporte públicos.


A pesar de la segregación social existente en Oviedo, la continúa eliminación de los elementos de rechazo que disminuyen el precio, así como la gran expansión que provoca que nuevos barrios vayan adquiriendo centralidad y, por tanto, suba el precio del suelo (y se produzca un cambio de clase), han situado a Oviedo como la cuarta ciudad con la vivienda más cara, haciendo imposible la residencia en ella para miles de habitantes con rentas bajas. En palabras del alcalde “Vivir en Oviedo es un lujo que hay que pagar”.

Como consecuencia han aparecido numerosos núcleos satélites (Trubía, La Felguera, Lugones, Llanera,…) que sirven como residencia para aquellos obligados a desplazarse. Se trata de ciudades-dormitorio, totalmente sin equipamientos, que dependen de Oviedo para satisfacer todas sus necesidades.


Todas las políticas urbanas y los procesos comentados anteriormente tienen su reflejo en el casco histórico de la ciudad, siendo los problemas que le acusan directamente creados por estos.

Pérdida de vitalidad funcional:
Cito este en primer lugar por tres razones: determina las actuaciones que se han efectuado en el centro histórico desde los años 90, desencadena el resto de hándicaps y afecta al concepto en sí de centro histórico, que ha de aportar riqueza vital a la ciudad y ser multifuncional, frente a la monofuncionalidad de los nuevos barrios promovidos por el capitalismo.

La función que se le quiere asignar es únicamente turística, representativa. Convertirlo en un espacio museo que sirve de marco para la representación del capital y el sector terciario. Con ese propósito, el centro histórico ha sido completamente peatonalizado y se ha procedido al vaciado interior de los inmuebles, reutilizándolos como hostelería de lujo u oficinas.


Deterioro de la edificación y precarias condiciones de vida:
Con el fin de sacar el máximo beneficio, los propietarios de solares dejan de invertir en los viviendas manteniéndolos en unas condiciones pésimas e inseguras, hasta conseguir la catalogación como “ruina” que les permita demolerlos y reconstruirlos como edificios de uso terciario o viviendas de rentas altas. El problema no es la demolición de los edificios en sí, sino el cambio social que conlleva. Literalmente se expulsa del centro histórico a las clases populares.

Actualmente se le ha retirado la categoria de protección a la gran mayoria de edificios del centro histórico, lo que permite declararlos ruina y demolernos sin tener que rehabilitarlos o en el "mejor" de los casos conservando la fachada. Una lavada de cara que no evita el cambio social, la rehabilitación de un casco histórico no debe estar basada en la conservación de su imagen, si no en la conservación de todo su patrimonio cultural y social.

En el blog de Periodistillas podeís encontrar un articulo sobre el mismo proceso, pero en este caso en el casco histórico de Valladolid, lo que muestra que Oviedo no es un ejemplo aislado, si no que los problemas urbanos que encontramos en él son apreciables en todas las ciudades capitalistas, es decir, construidas según la dictadura del valor del suelo.

Pérdida de población:
Consecuencia principalmente de todo lo anterior y por el constante aumento en extensión de la ciudad. Ayuda a que el centro histórico se conforme como un “museo sin vida al aire libre”.

Precario nivel de equipamientos y servicios básicos:
Al centro histórico no se le da un tratamiento de barrio, ni es integrado en la ciudad. Por ello no dispone ni de equipamientos ni de servicios que satisfagan las necesidades primarias del ser humano, como son un centro sanitario o una escuela.

Peligrosidad nocturna /dificultad de transporte:
La peatonalización que se realiza en la mayoría de los centros históricos, favoreciendo su disfrute como “museo”, conlleva por un lado la dificultad de movimiento entre este y por otro una cuestión aún más importante: la peligrosidad. Especialmente por la noche, las calles se vuelven peligrosas y se convierten en un punto fácil para la delincuencia. Numerosos atracos son cometidos en esta zona poco después del atardecer.




Alrededor del centro histórico, en las calles situadas “tras la muralla” tradicionalmente ocupadas por las clases más pobres, se esta dando un proceso de regeneración impulsado por todas las transformaciones que se están produciendo en él.
Para facilitar el uso del automóvil en el centro, se instalan aparcamientos subterráneos que provocan que el valor del suelo en las inmediaciones suba, aumentándose también con la renovación estética y social del centro histórico. Debido a ello, se comienza un nuevo proceso de demolición de todo el caserío popular para re-edificar los solares con viviendas de rentas altas o medias.
Así esta ocurriendo, por ejemplo, en el Postigo, situado entre un hotel de lujo y el casco antiguo; o todas las viviendas situadas a lo largo de la calle Azcarraga que tras la construcción del nuevo parking han ido demoliéndose. Con los terrenos de la “Fabrica de Armas de la Vega”, situados al final de dicha calle, ya comienza a especularse, planeando un traslado de la actividad a Trubia que libere los terrenos para uso residencial.



Para tratar de solucionar estos problemas y “regenerar” o “proteger” el centro histórico, el urbanismo actual realiza planes parciales en los que intervienen en la zona aisladamente del resto la ciudad. Pero para regenerarlo es necesario actuar en toda la extensión del municipio y no tratarlo aisladamente, ya que sus problemas son provocados por las políticas llevadas a cabo en toda la ciudad.

Es necesario dotar a los núcleos periféricos de todo lo necesario para satisfacer sus necesidades, acabando así con las ciudades-dormitorio y evitando que tengan que desplazarse diariamente al centro, colapsándolo. También es necesario un plan regulador que afecte a toda la ciudad, parar el crecimiento en extensión y detener la especulación inmobiliaria.
Una vez conseguido esto, es necesario dotar a todos los barrios de equipamiento y servicios básicos, así como promover vivienda social en todos los barrios acabando con la segregación de clases. En el centro histórico podemos intervenir particularmente recuperando la vivienda popular; es el pueblo quien le aporta vitalidad, por lo tanto ha de ser un lugar en el que todo tipo de habitantes convivan, tanto clases altas como bajas. Como al resto de barrios, hay que dotarle de los servicios básicos (centro de salud, escuela) para que sus vecinos satisfagan sus necesidades primarias. Es necesario conservar y mantener el patrimonio histórico, el cual debe ser siempre público y no utilizado por el sector terciario, por lo que hay que darse un contenido social. Puede aprovecharse para situar en él equipamientos de ciudad, barrio, municipio…



El casco antiguo de una ciudad debe ser reflejo de su historia, de sus constumbres, de su gente. Es necesario conservarlos estetica y socialmente, para que mantengan su imagen unica y exclusiva. Debemos luchar por parar los continuos derribos que entierran bajo los escombros las historias de toda una vida. Me duele cada vez que leo una noticia sobre una parcela declarada "ruida", cuando vuelvo a mi ciudad y encuentro solares o fachadas vacías. No quiero que desaparezca el "paragüas, ni ninguna otra zona del precioso casco histórico de Oviedo, por el enriquecimiento de unos pocos que no saben valorar la belleza de una ciudad y su riqueza cultural.

http://www.lavozdeasturias.es/asturias/oviedo/IU-teme-Oviedo-convierta-decorado_0_493750651.html




¿Qué pensaís de vuestros cascos históricos?
¿Cómo creeís que deberían rehabilitarse?
¿Deben convertirse en "museos al aire libre"?




Muchas gracias a todos los que habeís participado en el reto de las fotografías, aún sigue abierto asi que animaros a participar y difundir por favor. Ya sabeís que es parte de un reto más amplio... De momento hay varias coincidencias sobre lo que necesitan nuestras ciudades: más lugares verdes que posibiliten tanto el encuentro como la desconexión.


1 comentario:

  1. Ya sabes que yo no entiendo mucho de todas estas cosas pero la verdad es que es una vergüenza que destruyan edificios históricos para construir palacetes de ricachones...Y,desgraciadamente, Oviedo recurre mucho a este tipo de discriminación y marcación de las clases sociales...A pesar de ser una ciudad preciosa y donde merece la pena vivir...cierto es que está corrompida por el dinero...pero ¿qué no lo está? Esa es la gran desgracia...el dinero lo mueve todo.
    Pero, debido a este tipo de injusticias, se pueden ver también cosas maravillosas, como la invasión (en un maravilloso sentido) de muchos jóvenes a un edificio público que iba a caer en manos no gratas...que lo han reconvertido en un edificio aún más público,lleno de actividades para todas las edades y todos los gustos.Precioso el compañerismo,el respeto y la libertad que se respira.
    Siempre hay un lado positivo para todas las cosas ¿o no? ;)

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